Tras el anuncio de las elecciones generales 2021, la carrera contra el cronómetro ha comenzado para alcanzar el sillón presidencial, las dos vicepresidencias, así como 133 curules para congresistas a razón de 130 en circunscripciones electorales ordinarias y tres especiales, de las que dos son de los peruanos en el extranjero y uno por los pueblos indígenas; y 5 representantes peruanos ante el Parlamento Andino. Las elecciones se llevarán a cabo el domingo 11 de abril y, de darse el caso, la segunda vuelta será el domingo 06 de junio.
Qué se nos viene de ahora en adelante. Renuncias de alcaldes, gobernadores regionales u otras autoridades que aspiran a participar en estos comicios. Debido a la pandemia, se han suspendido las elecciones primarias partidarias y la condición de tiempo de militancia en cualquiera de los 24 partidos habilitados para participar. Y hay muchas en juego en el Congreso actual, el cual se ha ido desdibujando en las últimas semanas. La absurda sesión descentralizada del Pleno del Congreso en nuestra ciudad es una muestra más del desatino en el que han estado caminando desde las escondidas artimañas contra el proyecto de ley para el tratamiento de la inmunidad parlamentaria. Hacer esta sesión significó un gasto insulso y generó situaciones de riesgo no solo para ellos, sino para las personas que los acompañan (que son muchos) en sus labores. Según la convocatoria gubernamental por decreto supremo, el Congreso todavía tiene la posibilidad de hacer modificaciones a las condiciones electorales (no a la convocatoria en sí) hasta el mes de setiembre. Ergo, de tener buena disposición y de ser consecuentes con el sentir de la mayoría de sus electores, nuestros adalides democráticos pueden corregir sus no gratas intenciones. Es un buen deseo. Pero ya sabemos que el infierno se halla pavimentado con cientos de piedras llamadas buenas intenciones.
La campaña electoral que se nos viene se hará en el marco de una pandemia que no tiene visos de retroceder. Es más, tiende a agravarse por la apertura de actividades económicas. ¿Qué nos irán a prometer? ¿Cuál será su discurso? ¿Qué propuestas nos darán en un contexto en el que vemos que la informalidad laboral, la debilidad del Estado para los servicios básicos, como salud, seguridad o educación están tocando fondo? ¿Cuál será el relato partidario en el tratamiento de la corrupción, una gran culpable del deterioro de muchos servicios, además? ¿Qué estrategias de activación económica tendrán en este contexto mundial en el que muchos de nuestros puntales de exportación bajarán ante un posible proteccionismo de muchos países? Hay que tomar en cuenta que el marcado centralismo peruano ha sido un factor decisivo en acrecentar los errores socioeconómicos de las últimas décadas: ¿qué oferta nos tendrán para esto? ¿Qué planes tendrán para la educación, la cultura, el medioambiente, los derechos humanos, laborales y básicos; factores que casi pasaron a segundo plano en esta pandemia? ¿Cómo actuarán contra la corrupción, habida cuenta que muchos de los sindicados como corruptos integran partidos políticos e, incluso, los ponen como candidatos?
Una interesante campaña que tendremos los casi 25 millones de electores peruanos. Una atractiva cantidad.
GERARDO CAILLOMA