El último sábado tuve la oportunidad de conversar con Wendy Ramos, creadora de muchos proyectos sociales, incluido el conocido Pataclaun. Este se convirtió en un programa que inundó la televisión peruana en los 90 creando personajes entrañables que, de manera graciosa, iban diseccionando nuestra sociedad en sus demonios: racismo, machismo, criollada, cucufatería, hipocresía, abandono, explotación, acoso. Un sinfín de traumas psicosociales que eran expuestos abiertamente bajo el velo de la risa comprometida y entendida que atenuaban las situaciones incómodas con las que los televidentes eran desnudados. Una vez concluido este proyecto siguió adelante con otros que tocaban los límites de lo humano. Sacar a una persona de una zona de confort para convertirse en una suerte de agente de cambio en situaciones extremas: hospitales de neoplásicas, cárceles u otros lugares donde la risa ayudaba a atenuar la miseria que alguna vez nos toca vivir. La conversación tuvo como marco la tolerancia y resiliencia que los peruanos hemos vivido palpadamente en este año convulso: una pandemia, una crisis económica y política, aislamiento forzoso, tensiones sociales que eclosionaron en marchas, por ejemplo.
La capacidad de respuesta de la sociedad peruana pasa por estas pruebas de fuego que aún no terminan y que se ven estallando en diversos lugares. En nuestra conversación se habló de cómo las personas tienen esa capacidad de poder responder a estas situaciones que han derrotado al más pintado. La risa, la explosión de memes en las redes, los chistes, son respuestas que abordan estos desagradables momentos. Pero todo esto, que quede claro, no significa tolerar la injusticia y la corrupción, la traición y el insulto. Ya la mayor parte de la sociedad ha soportado diversas formas de maltrato, vejámenes y agresiones por aceptar ciertos términos o sacrificios con el fin de avanzar en algunas metas socioeconómicas y, sobre todo, para evitar ser tildado de terruco desestabilizador de un sistema, una modalidad de trabajo que en el fondo es una humillante explotación a todo nivel. El crecimiento económico no se tradujo en un desarrollo social en todo nivel, sobre todo en los que han hecho agua en este momento como son salud, educación y trabajo. Recuerdo el término que se acuñó en la primera década de este siglo: el famoso chorreo. Este no fue acompañado de pilares básicos para apuntalar lo que estaba sucediendo en el Perú de entonces. Y ahora cabe recordar la severa crítica que dio Michael Porter al modelo peruano en su conferencia en el CADE 2010. Una década después, mucho de lo que Porter comentaba estalló delante de todos. Porter no es precisamente un terruco, dista a muchos años luz. Las advertencias sobre desigualdad, economía extractiva primaria, corrupción de todo tipo, brechas sociales, débil educación retornan a nuestras mentes. Lo que está sucediendo en el mundo agroindustrial de Ica es una las muchas, muchísimas puntas de un iceberg peligroso en el que toda la sociedad peruana está sentada. Aquí tienen el video (https://www.youtube.com/results?search_query=conferencia+de+michael+porter+Urubamba+Cade+2010) y un artículo al respecto (http://www.semanarioexpresion.com/Presentacion/noticia2.php?noticia=35&categoria=Conexion&edicionbuscada=692). Puntos importantes que, imagino, estarán incluidos en los planes de gobiernos de los futuros candidatos. Si no, todo será más de lo mismo.
Gerardo Cailloma