Alicia Maguiña ha muerto. Como muchas personas del ámbito cultural, artístico y académico, quizás sea una artista desconocida para muchos. No era un personaje como Richard Swing o de la farándula, no era una vedette que salía a buscar a peloteros con las ideas erradas y las feromonas alteradas. No hizo alardes de su obra ni actuaba de manera chabacana con el fin de ofrecer pan y circo como muchos individuos han pasado por el escenario o la televisión. No era una persona del talante de las que vemos poblando nuestras redes y que son, parece ser, de vital importancia informativa para nuestros medios de comunicación. No. Alicia Maguiña fue una mujer de armas tomar. Tras su divorcio, esta dama de la alta sociedad limeña decide casarse en 1968 con el eximio guitarrista afroperuano Carlos Hayre, fallecido en 2012. El matrimonio duró 25 años. Escándalo que perturbó a la sociedad peruana de entonces. Como Chabuca Granda quien incursiona en la música social, Alicia decide inclinarse además del género criollo por los géneros negro y andino, géneros que no eran bien vistos por el mundo oficial. Chabuca le dedica una canción a Javier Heraud, guerrillero caído en la selva peruana. Alicia se interesa por el mundo de José María Arguedas, por el mundo indígena. Esto leí en un texto sobre su vida y obra: “[..] El antropólogo Rodrigo Montoya, quien sabe de cantos, definió a Alicia como “mujer puente entre dos culturas”. No fue fácil. “No estaba de moda que una costeña cantara huainos porque lo andino era considerado algo muy inferior”, [..]” Sí, indudablemente era un escándalo positivo para un país que tenía que cambiar para convertirnos en una sociedad más inclusiva y justa. Pero su acción no iba en solitario; extrañamente, en verdad, sucedían cosas raras en televisión, pues en ese entonces y en plena dictadura militar (o quizás por ella) uno podía ver cosas raras como escuchar a un jovencísimo Marco Aurelio Denegri rompiendo la cabeza a jóvenes de esa época con sus explicaciones sobre la sexualidad, o a Nicomedes y Victoria Santa Cruz hablando sobre la cultura negra y difundiendo la obra de Perú Negro.
¿Cómo vincular la personalidad de Alicia Maguiña con nuestra realidad? Ahora, nuestro país pende del chisme y de la truculencia. La situación en plena pandemia la decide la irracionalidad de un cotilleo de politicastros de escasa formación que la visión de una nación. Es la cultura de los diarios chichas la que ahora determina el futuro de nuestra sociedad; somos lo que se ha construido por décadas de pobreza cultural. Las casas de estudio superior han perdido presencia paulatina en el concierto social. Carentes de pensadores y académicos que estén en pantallas hablando con rigor y lógica para hallar soluciones, nos vemos plagados de comunicadores chismosos, periodistas huecos, personajes de la farándula dignos de la cultura tik tok (rápido, breve e inconsistente) quienes tuercen más la ya pobre formación política de una nación desesperada por una crisis económica y una pandemia que sigue latente. Como indiqué en el artículo de la semana pasada, la miseria de los endebles partidos políticos peruanos se pone en evidencia cada vez más en la actuación de sus representantes. La última crisis, hasta con sedición evidente, es una muestra de ello. Y veremos su incapacidad cuando tengan que dar a conocer a la opinión pública sus planes de gobierno para la pobre campaña política que se nos viene. Todo apunta a que será así.
Gerardo Cailloma